Artículo de Marcelo Figueroa, amigo personal del Papa
Francisco, teólogo protestante y ex director
de Sociedad Bíblica Argentina. Aquí la historia de un reciente llamado del Papa
a una argentina en el conurbano bonaerense.
FOTO: Maria Juliana recibió el llamado del Papa Francisco
María Juliana es docente, madre de Sara e hija de
Gladys. Tres mujeres valientes a las que la vida no les ha sido fácil. Sara no
conoce a su padre, pero lo busca sufrientemente. María Juliana desde su
temprana maternidad trata de suplir el hueco del abandono paterno en la vida y
el alma de su hija. Inútiles fueron sus intentos de que el muchacho con quién
fueran padres solteros se acerque a su hija. Hace unos días cuando Sara estaba
acercándose a sus primeros veintiún años comentó que una vez más no quería festejar
su cumpleaños por la tristeza de esa ausencia. Fue entonces que María Juliana y
Gladys tomaron una decisión con la esperanza en un sueño casi imposible:Que el
mismo papa Francisco conozca esta situación y rezara por Sara.
¿La vía de
comunicación? Un amigo familiar de la infancia, Gustavo Vera, titular de La
Alameda. Gustavo no dudó en acercarle esta historia a su amigo que reside en
Santa Marta.
El lunes 16 de noviembre una voz suave habló del otro
lado del celular de María Juliana: “Hola, soy Francisco. Tengo una pila de
papeles sobre el escritorio, pero leí tu historia y me dije: ¡Ma’sí, yo la
llamo!”. Ante tamaña sorpresa, María
Juliana con la voz temblorosa solo atinó a expresarle que no podía creer lo que
estaba pasando, mientras con gestos elocuentes convocó a Sara y Gladys cerca
suyo para escuchar la voz del mismo Santo Padre. Francisco prosiguió: “María
Juliana, los hombres, muchas veces somos cobardes. Vos sos ¡una madraza!Las
bendigo a las tres. Voy a rezar para que Sara se pueda reunir con su padre.
Ustedes, por favor, recen por mí que lo
necesito”.
La vida de estas tres mujeres, nunca será la misma.
María Juliana ahora dice que no se siente más sola porque la bendición de
Francisco siempre irá con ella. Sara tiene una clara esperanza de encontrarse
con su padre mientras sigue cursando el profesorado de Educación Física. Gladys
siente que Dios les ha enjugado muchas lágrimas solitarias con una caricia al
alma.
Es verdad, los hombres muchas veces somos cobardes,
pero actitudes amorosas y valientes como las de Francisco pueden con un simple
llamado telefónico marcar sendas de amor, consuelo y esperanza.
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- Papa Francisco: “Los hombres, a veces somos cobardes”
