Una organización criminal no se construye de la nada, y Carlos Ahumada Kurtz lo tuvo siempre presente. El argentino nacionalizado mexicano levantó en la década del 2000 un imperio en el que la corrupción y la política fueron siempre de la mano. Ahora, además, tras su paso por la cárcel aparece como protagonista de una red de narcotráfico internacional de efedrina y metanfetamina. Ahumada echó mano de su encanto para seducir, por la vía del dinero y el chantaje, a políticos mexicanos de izquierda, pero también para ser parte de estrategias dictadas desde la cúpula del priismo y apoyadas por líderes del panismo. Estos son los antecedentes de quien hoy es visto como uno de los grandes corruptores de políticos mexicanos.
El empresario Carlos Ahumada Kurtz durante su estancia en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. Foto: Cuartoscuro
http://www.sinembargo.mx/23-02-2016/1627106
Por Humberto
Padgett febrero 23, 2016s
SEGUNDA
PARTE
Ciudad de México, 23
de febrero (SinEmbargo).- En menos de un cuarto de siglo, Argentina se ha
convertido en el tercer productor mundial de estupefacientes. Entre 2007 y 2011
se multiplicó 800 por ciento la producción de efedrina.
Si, como la
investigación de Gustavo Vera muestra, Carlos Ahumada Kurtz está involucrado en
la importación masiva de efedrina a su país y en la producción de
metanfetaminas para su dispersión en Argentina y su exportación en México, ¿qué
rastros se pueden seguir desde sus días en México?
RECLUSORIO
NORTE, 2005
Los días de José
Alberto Márquez Esqueda, “El Bat”, eran los días en que los custodios asignados
al dormitorio uno del Reclusorio Norte caminaban por con una gota fría
escurriéndoles por la espalda. O con los dedos
adormecidos por el dinero del narco.
La primera vez que
llegó “El JT” al Reclusorio Norte, fue un día de enero de 2004.
En el Reclusorio
Norte, “El Bat” tenía un enemigo, tan acérrimo como parecido, “El JT”, a quien
sólo unos cuantos llaman Javier Torres Félix, principal operador de Ismael
Zambada, “El Mayo”, uno de los jefes del Cártel de Sinaloa.
La geografía del
narco los hacía irreconciliables. En unos cuantos metros cuadrados, uno
encarnaba a los de Tijuana y el otro a los de Sinaloa.
“El TJ”: un cooptador
profesional de policías en Sinaloa, Durango y Nayarit, un hombre por el que fue
el Ejército una mañana en que un soldado lo sacó de quicio y el pistolero le
metió un tiro en la cara. Un completo, según Washington, que introdujo 20
toneladas de coca y movió dinero del narco por 66 millones de dólares.
El dormitorio uno
tiene dos pisos. Cuando tocaba que “El TJ” estuviera unos minutos bajo el sol,
todo el piso del “Bat” se cerraba. Y viceversa.
Ocurrió que el “JT” y
Carlos Ahumada pasaron decenas de días juntos. Amistaron. Tanto, que el sicario
preparaba quesadillas de queso asadero al empresario de origen argentino cuando
éste sufría “alguno de sus múltiples carcelazos”, dice un funcionario del
Reclusorio Norte en referencia a las crisis depresivas que los internos suelen
tener. “Un día, sobre un anafre, “El JT” le cocinó quesadillas a Ahumada. “El
JT” le reprendió casi con dulzura: ‘No mames, cabrón, ya deja de llorar y mejor
chíngate una quesadilla”.
Esta era la idea de
un gatillero de consolar a quien se acusaba de ser un delincuente de cuello
blanco, unidos por la prisión.
Y, según el
legislador argentino que ha puesto el dedo sobre Ahumada, éste guarda nexos
tanto con el Cártel de Sinaloa como con el de Tijuana.
Se lee en la denuncia
presentada en Argentina:
“En su larga estancia
en México, Ahumada Kurtz fue vinculado en varias oportunidades a cárteles y
grupos dedicados al narcotráfico y otras actividades delictivas.
Según surgiría de
declaraciones judiciales de Sidronio Casarrubias Salgado, jefe máximo del
cártel Guerreros Unidos [cercano al PRD y responsable de la
desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa] Ahumada Kurtz es socio de
Johnny Hurtado Olascoaga, líder de la Familia Michoacana [surgido y consolidado
en Michoacán durante las gubernaturas perredistas de Lázaro Cárdenas Batel y
Leonel Godoy Rangel, entonces cercanos políticos de Rosario Robles], una
organización criminal con base en México dedicada principalmente al tráfico
ilegal de drogas [y de metanfetaminas].
“El vínculo que se
habría denunciado entre Olascoaga y Ahumada Kurtz, es en el negocio de tráfico
de uranio que podrían llevar adelante, ya que el empresario de doble
nacionalidad, explota dos minas en el estado de Guerrero y proporcionaría
cobertura a las explotaciones mineras ilegales que el grupo narcotraficante
tiene en ese mismo estado”.
Carlos Ahumada afirma ser la
persona que acercó a Rosario Robles con el ex Presidente Carlos Salinas de
Gortari. Foto: Cuartoscuro
En prisión, Ahumada
se cosió los labios para protestar de lo consideraba una detención política,
pero, al poco tiempo de salir de la cárcel, vaya que Ahumada habló o, mejor
dicho, escribió el libro Derecho de réplica, editado por Grijalbo
en 2009. Se trata de una colección de estampas de la corrupción mexicana
descritas por un gran corruptor y pocos de la clase política, verdaderamente
muy pocos, salen ilesos de sus 375 páginas.
Carlos Salinas de
Gortari estaba atónito. Sus ojos brillaban. Cerca del tartamudeo, su lengua
repetía en la biblioteca de su casa, en el Camino a Santa Teresa del Distrito
Federal: “Es muy, muy bueno”. “Con esto están acabados”. Frente a la pantalla
era testigo de la secuencia en que René Bejarano, el hombre de las confidencias
de Andrés Manuel López Obrador, buscaba bolsas en sus ropas para meterse más y
más fajos de billetes. Hasta la liga se llevó.
Esa noche de
noviembre de 2003, Salinas pretendía la calma, pero la emoción lo rebasaba.
Rosario Robles había preferido quedar afuera de la biblioteca donde Salinas y
Carlos Ahumada contemplaban el derrumbe de López Obrador, acérrimo enemigo
mutuo.
Rosario, que había
llegado a la residencia de noche con lentes oscuros y una enorme mascada para
pasar inadvertida, estaba en territorio del hombre que, según ella misma, pero
años atrás, había robado la Presidencia de la República a su mentor Cuauhtémoc
Cárdenas.
Rosario, que había
renegado en su juventud de la vía electoral estaba ahí para que la cabeza de
López Obrador rodara antes de acercarse más a Los Pinos.
La siguiente escena,
contada con detalles de guión cinematográfico, aparece en las páginas 142 y 143
del libro Derecho de réplica, escrito por Ahumada (Grijalbo, 2009).
“En la madrugada,
antes de despedirnos, surgió una de las escenas más impactantes que he visto en
mi vida. Salinas le mostró su biblioteca a Rosario. Había condecoraciones y
fotografías, entre otros recuerdos. Cuando llegamos a la vitrina donde conserva
sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía ser un gran honor y un
orgullo portar la banda presidencial. Salinas inmediatamente tomó una escalerita
para poder subir por la vitrina y sacó una de las bandas presidenciales. Yo
creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso,
sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el pecho y le dijo: ‘Te luce
muy bien’”.
En 2004, el mismo año
de los “videoescándalos”, Ahumada compró al Club León FC y lo administró
mediante la empresa PROMOTORA DEPORTIVA DE FUTBOL LEON SA DE CV. También
adquirió, mediante la empresa Promotora Deportiva Comarca Lagunera S.A. DE CV,
el Club Santos Laguna.
En ambos casos, los
equipos primero tuvieron momentos de importante auge y luego sufrieron fuertes
crisis económicas. Este es un rasgo destacado en la presente denuncia promovida
en Argentina, pues, como se verá, el fracaso empresarial de Ahumada en el
futbol mexicano no le impediría incursionar en los negocios del balompié
argentino… Y de las metanfetaminas.
LA
RED MEXICANA, MARZO DE 2001
Se conocieron en
2000, durante la entrega de los trabajos de remodelación del monumento Cabeza
de Juárez, al oriente de la Ciudad de México. Rosario inauguraba la obra
contratada a Carlos. El trato personal inició en marzo de 2001 en el
restaurante Bellinghaussen de la Zona Rosa. Ahumada se reunió a comer con
Ignacio Morales, Ramón Sosamontes y Patricia Olamendi; los comensales ocuparon
una mesa al fondo del restaurante. En la salida, el grupo se encontró con
Rosario Robles y Mario Saucedo, otro viejo militante de la izquierda nacido en
el desprecio a la vía electoral.
Rosario, según
Carlos, necesitaba un hotel para vacacionar la Semana Santa en Bahías de
Huatulco. Ramón le habría preguntado al empresario si tenía manera de
acomodarla y resultó que sí. Ahumada es un seductor que lee las ambiciones y
entiende los símbolos que crean la percepción de su concreción: alquiló para
Robles una suite en el lujoso hotel Quinta Real. No cualquiera, sino la suite
presidencial.
Así describe Ahumada
las pretensiones políticas de Rosario:
“(De) las
aspiraciones políticas de las personas a las que apoyé debo decir que de todas
ellas, Rosario era la que apuntaba más alto. Estaba obsesionada con ser
presidenta de la República, ¡¡¡ob-se-sio-na-da!!! Definitivamente. Le dije en
Berlín, en 2001, cuando viajé a Alemania, creo que fue en julio, que me parecía
que podría llegar a presidir el PRD, pero que por ningún motivo sería
Presidenta de la República.
“Me contestó,
mientras íbamos en un Mercedes Benz negro cruzando el muro de Berlín: ‘Te
invito a tomar una botella de vino tinto en los primeros meses de 2007, aquí
mismo en Berlín, tú y yo solos para celebrar mi nueva encomienda como
Presidenta de la República’”.
Luego vinieron los
videoescándalos que no sólo pusieron en evidencia a su viejo enemigo Bejarano,
sino a personajes tan cercanos suyos como Carlos Ímaz, compañero de causa desde
la universidad, y a Ramón Sosamontes, avenido como su hombre de mayor
confianza.
El ex perredista Carlos Ímaz,
también involucrado en los videoescándalos de Carlos Ahumada. Foto: Cuartoscuro
LONDRES,
SEPTIEMBRE DE 2003
El encuentro fue
acordado para septiembre de 2003 en Londres directamente entre Ahumada y
Salinas de Gortari. Rosario tenía la urgencia de encontrar salida a la deuda
con que su dirigencia había ahogado al PRD y el ex Presidente sabía, quizá más
que nadie, más que Ahumada, comprender los deseos ocultos de las personas a su
alrededor, leer sus ambiciones, acercar los símbolos que las cristalizan.
Viajaron a Europa
simplemente porque Rosario, según Ahumada, “tenía terror” de ver a Salinas en
México. Cenaron y, como platos fuertes, discutieron dos temas: la influencia
que ejercería Salinas para modificar la ley de tal manera que pudiera ser
nuevamente jefa de Gobierno del DF si era su deseo y conseguir recursos para
menguar los pasivos del sol azteca.
“Salinas dijo que
apoyaría con todo para para conseguir los recursos para pagarla; que hablaría
con Roberto Andrade y Arturo Montiel, en ese entonces gobernadores de Tabasco y
el Estado de México, respectivamente, y con Enrique Peña Nieto, quien en aquel
entonces era prácticamente un desconocido a nivel nacional. También aseguró que
vería el asunto con otros mandatarios estatales y con la maestra Elba Esther
Gordillo”.
El siguiente
encuentro, también mediado por Ahumada, ocurrió 15 días después. Esta vez el
escenario fue en La Habana, Cuba, concretamente en la casa de Salinas, una
excepción en la isla con abundante vino blanco y champaña. Con habilidad,
Salinas presumió su amistad con Fidel Castro.
Tomaron un auto y
recorrieron la Habana Vieja. Personalmente, Salinas de Gortari condujo.
Rosario parecía lista
para encontrarse con Salinas en México. Convinieron hacerlo en casa de Carlos.
Ahumada llevaba en un disco compacto los videos con que se haría el bombardeo
sobre López Obrador. Rosario se deshizo de la enorme mascada con que cubría su
cabeza y de las gafas con que ocultaba los ojos. Prefirió esperar a que los
Carlos revisaran los videos. “Una actitud ridícula”, la calificaría Ahumada.
“En la madrugada,
antes de despedirnos, surgió una de las escenas más impactantes que he visto en
mi vida. Salinas le mostró su biblioteca a Rosario. Había condecoraciones y
fotografías, entre otros recuerdos. Cuando llegamos a la vitrina donde conserva
sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía ser un gran honor y un
orgullo portar la banda presidencial. Salinas inmediatamente tomó una
escalerita para poder subir por la vitrina y sacó una de las bandas
presidenciales. Yo creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo,
pero no fue sólo eso, sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el
pecho y le dijo: ‘Te luce muy bien’”.
La anécdota es sabida
porque así la relató Carlos Ahumada en su libro Derecho de Réplica,
en las mismas páginas en que reveló: “La primera reunión que grabé fue la
reunión que sostuve con Rosario Robles, regresando de la Semana Santa de 2003,
un lunes por en la noche (…)”.
Robles, como cada uno
de los participantes de los videoescándalos, sabía exactamente lo que hacía.
Escribió Ahumada:
“Con su gran sentido
político, Salinas me dijo: ‘Carlos, hay que dar a conocer los videos lo más
pronto posible, porque Bejarano y AMLO o gente muy cercana a él ya se deben
haber enterado de algo (…) Despojarán de cualquier efecto mediático de
trascendencia al asunto de los videos si tú estás en un problema jurídico o
concretamente en la cárcel.
“Sí, Salinas fue el
cerebro de los videoescándalos. Yo fui el de los videos, él fue el del
escándalo. En cuanto a Diego Fernández de Ceballos, él fue el coordinador
(aunque este) realmente era un títere de Carlos Salinas”.
En esa ronda jugaba
Rosario. Y con algunos personajes más. Rosario también celebró una reunión
oculta con Vicente Fox, Presidente de México, en un departamento aparentemente
propiedad de Porfirio Muñoz Ledo, ya vuelto enemigo de Cuauhtémoc Cárdenas, el
mentor de Robles. La idea, nuevamente, era encontrar una solución a la deuda
del PRD que tenía a su dirigente con el agua al cuello.
Pero no sólo hubo
encuentros con políticos. La estampa es de Ahumada:
“Gracias a mi
mediación se pudo resolver un conflicto y la siguiente guerra de declaraciones
que tenían en la prensa Rosario Robles y Onésimo Cepeda, el poderoso obispo de
Ecatepec, ya que él se había referido a ella como una ‘gallina que vino a
cacarear a mi gallinero’.
“Después de una larga
cena en Au Pied de Cochon, un lujoso restaurante en la Ciudad de México, y de
varias botellas de vino tinto, hicieron las paces y a los pocos días, el 19 de
enero de 2003, Onésimo la invitó a Ecatepec y así quedó públicamente
solucionado el conflicto”.
Infancia es también
un torcimiento del destino: el sacerdote de la iglesia a la que Rosario
asistían, de cuyo coro formaba parte, pertenecía a la Teología de la
Liberación, “hacíamos pastorelas con la temática de Vietnam y la pobreza, como
quiera había un vínculo con lo social sin que hubiera una claridad”, dijo
Robles en entrevista con Mónica Maristain. Onésimo Cepeda, como se sabe, fue
uno de los más furiosos opositores de la Teología de la Liberación en México.
Antonio Martínez Ocampo, ex
secretario particular del argentino Carlos Ahumada. Foto: Cuartoscuro
EL
JET SET DE AHUMADA
Al Lockheed Jet Star
con matrícula XA-TVK no subía cualquiera. Era un sitio reservado para unos
cuantos a quienes Carlos Ahumada quería despegarles los pies de la tierra y
llevarlos a donde ellos quisieran.
Así quedó anotado en
cada hora, en cada día de las agendas de Antonio Martínez Ocampo, la mano
derecha de Carlos Ahumada en México, quien fungió como su secretario particular
y prestanombres.
Las agendas, cuyas
copias tiene SinEmbargo, fueron obtenidas por la Procuraduría
General de la República y registran hora por hora el uso de los helicópteros
contratados por Ahumada, así como de su avión personal, para llevar y traer sus
relaciones, su jet set particular.
Los itinerarios
constan en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIOFM/014/04.
Antes, un aspecto
relevante sobre Antonio Martínez Ocampo, el secretario de Ahumada: nació en
Arcelia, estado de Guerrero, una de las ciudades aún gobernadas criminalmente
por la Familia Michoacana, uno de los mayores productores de metanfetaminas en
México.
Carlos Ahumada no
sólo era un hombre rico. También era carismático. Un empresario que sabía
seducir, agasajar.
Las aeronaves eran
sitios reservados para gobernadores, secretarios de la administración
capitalina, líderes sindicales, obispos, dirigentes partidarios y jefes
delegacionales a quienes les interesaba hacer un viaje.
Los nombres de todos
ellos aparecen en las libretas de citas de Martínez. La primera fecha con
registro de actividades es 16 de febrero de 2003 y la última el 25 de febrero
de 2004, dos días antes de que empresario y asistente huyeran juntos a Cuba en
el avión privado.
El jet contaba con
permiso de vuelos internacionales, autorización de vuelos privados y licencia
para internarse en los Estados Unidos sin necesidad de escala.
El Lockheed Jet Star
es un avión que se fabricó inicialmente para la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Su producción continuó después para el transporte de pasajeros durante las
décadas de los 60 y 70.
El momento estelar
del modelo aeronáutico fue cuando apareció en una de las películas de James
Bond. Era el avión de un ficticio magnate corrupto, personaje que le dio nombre
a la cinta, Goldfinger.
El emporio de Ahumada
inició con un puesto de hot dogs en la calle y concluyó con equipos de futbol,
empresas de comunicación, constructoras y decenas de relaciones. Relaciones en
posiciones estratégicas a las que se esmeró en consentir.
El primer día en que
Onésimo Cepeda subió al cielo con cargo al bolsillo de Ahumada fue el 16 de
febrero de 2003, fecha inaugural de la bitácora de la agenda. El Obispo subió
en el Puente de Fierros de Ecatepec, su diócesis.
En vez de tocado, el
Obispo una gorra de béisbol en la cabeza y una camisa azul sobre la que
descansaba un crucifijo. El destino: Acapulco.
Se dio un chapuzón en
el mar para probar la limpieza de las aguas, señaladas como altamente contaminadas.
Luego comió con el ex
director de la Lotería Nacional, Carlos Salomón –otro viajero frecuente del jet
set de Ahumada. Después siguió desde la barrera la corrida de toros en compañía
de su anfitrión de vuelos y el Alcalde perredista Alberto López Rosas.
El torero Xavier
Ocampo, su amigo, le ofrendó una oreja del animal que acababa de matar. Las
reuniones continuarían hacia la noche. Hasta el día siguiente, se envió una
nave para regresarlo a su iglesia.
Dos meses después, el
helicóptero fue por Onésimo. Esa tarde, el Obispo
estuvo un poco más cerca del cielo, a 13 kilómetros sobre la tierra, y una
velocidad de 900 kilómetros por hora.
En esos mismos
asientos se sentó Elba Esther Gordillo, la ex lideresa del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación hoy caída en desgracia.
Ahumada no sólo
dispuso de su avión para sus íntimos. También rentó con frecuencia servicios de
taxi aéreo para llevarlos y traerlos por el Valle de México y varias ciudades
del país.
Cada mes, Ahumada
pagaba entre 25 y 30 horas de vuelo en un helicóptero Bell 206 a razón de mil
dólares por hora de uso. Se trataba de un aparato de cuatro plazas con asientos
de piel y servicio opcional de alimentos.
Cubría vuelos cortos,
por ejemplo Morelia o Toluca, de donde despegaba el jet del dueño de Grupo
Quart.
Durante 10 años,
Carlos contrató los servicios de Transportes Aéreos Alfa con cuyo dueño, Jorge
Roaro, alcanzó una inmejorable relación comercial y, con el tiempo, personal.
Ahumada alquilaba
frecuentemente un helicóptero Bell modelo Jet Ranger 206-B con matrícula XA-AFX
que se desplomó en el restaurante Un Lugar de la Mancha, en la colonia Lomas de
Virreyes, el 29 de octubre de 2003.
El Bell 206 es un
aparato que se desplaza a velocidad crucero a 200 kilómetros por hora y tiene capacidad
para cuatro pasajeros sentados en asientos de piel.
Dieciocho minutos
después de abordar en la Ciudad de México, los invitados de Ahumada podían
subir al jet en el hangar de Toluca, refiere uno de los pilotos que trabajó
para Transportes Aéreos Alfa en ese tiempo.
No sólo se rentaban
helicópteros. En algunos casos, Ahumada alquilaba aviones para hacer viajes
internacionales con la empresa Servicio Aéreos del Centro a cuyo hangar,
también ubicado en la capital mexiquense, llegaba el ex Presidente Carlos
Salinas de Gortari.
Uno de los aparatos
alquilados a SACSA, por ejemplo, trajo de regreso al país a Carlos Ahumada y a
Gustavo Ponce, el ex Secretario de Finanzas de López Obrador, de Las Vegas,
Nevada.
El ex Delegado
panista en Álvaro Obregón, Luis Eduardo Zuno hizo su último viaje en el XA-TVK
el 3 de julio de 2003. Se programó el despegue a las 7:45 de la mañana rumbo a
Houston. Se trataba de un asunto de solución inmediata, al día siguiente por la
tarde aterrizaría sin problemas, un helicóptero contratado por Ahumada lo
traería a la ciudad de México.
Pero ese helicóptero
ya no se utilizó. La PGR inspeccionó el jet y encontró cuatro pistolas calibres
45 y 9 milímetros, un rifle, 720 cartuchos útiles de varios calibres y más de
mil 200 ojivas escondidos en la nave.
Zuno pasaría los
siguientes dos años y medio en prisión. Hoy despacha nuevamente en su notaría
pública.
Entre los garabatos
con fechas y nombres, resaltan otros dos pasajeros en los aviones de Ahumada:
Edgardo Codesal, autoridad arbitral mexicana, y Justino Compeán, hoy ex
presidente de la Federación Mexicana de Futbol.
Hasta el momento, el
escándalo mundial de corrupción que sacude a la FIFA y que es investigado por
el Gobierno de Estados Unidos, no ha alcanzado a los empresarios y directivos
del balompié azteca.
Hasta ahora.
Gustavo Vera, el legislador
de Buenos Aires que se escribe personalmente con el Papa Francisco sobre la
“mexicanización” del narcotráfico y la violencia en Argentina, demanda que el
nuevo caso Ahumada y la posible utilización de las ligas argentinas del
balompié sean escenario de amaños, lavado de dinero, corrupción gubernamental…
Rosario López Berlanga, en los
tiempos en que encabezó el Gobierno del Distrito Federal. Foto:
Cuartoscuro
MICHOACÁN,
MEDIADOS DE 2002
“Como se dice, Graco
[Ramírez, hoy Gobernador perredista de Morelos acusado de corrupción, estado
con presencia del cártel Guerreros Unidos] era un dolor de muelas. Cuando lo
conocí, andaba de perro faldero de Rosario. Fue a Michoacán a apoyar a Lázaro,
estaba en la campaña, estaba con Rosario y no se me despegaba, se subía a los
coches en los que viajábamos Rosario y yo, en todo momento se hacía presente
sin invitación.
“Recuerdo una ocasión
en que ya estaba subido en el helicóptero donde nos íbamos a regresar a la
Ciudad de México Rosario y yo. Ella al verlo muy instalado le dijo de una
manera brusca: ‘¿Qué haces aquí?’. Él le respondió: ‘Es que quiero ir…’.
Rosario le contestó: ‘No te puedes ir porque solamente cabemos tres en el
helicóptero’, y en ese momento bajó a Graco, le pidió a Carlos Ímaz que nos
acompañara y nos regresamos los tres al DF.
“Recuerdo también que
Graco iba a mi oficina, me hablaba por teléfono un sinfín de veces y me
prometía que Ana Lilia Cepeda, responsable del Centro Histórico, me podía dar
obras, me podía ayudar. Se me plantaba horas en la oficina, me invitaba a
comer; no quería ir con él, la verdad es que ni tenía tiempo, ni me caía bien
como para ir a comer (…) Era una molestia constante.
“(…) A Graco Ramírez,
creo que en total le habré dado entre 400 o 500 mil pesos, y creo que me
devolvió únicamente 30 o 40 mil pesos”.
***
Ahumada, según
Ahumada, dispuso de un equipo de 20 personas que operaron un sistema de
encuestas que entregó resultados a la empresa Parametría que sólo los anunció
el día en que Lázaro Cárdenas Batel le arrebató Michoacán al PRI, el 11 de
noviembre de 2002.
En su relato, Ahumada
habla sin tapujos del financiamiento que dio a Lázaro Cárdenas Batel, hoy
miembro del instituto anticorrupción Woodrow Wilson, con sede en Washington DC
y, hace 12 años, parte de la corriente perredista que tuvo por cabeza a su
padre, Cuauhtémoc Cárdenas, quien adoptó políticamente a Rosario Robles; a ese
mismo grupo perteneció Leonel Godoy Rangel, cuyo medio hermano sigue prófugo de
la justicia por sus ligas con los jefe de la Familia Michoacana, organización
que concentró la mayor parte del negocio de las metanfetaminas durante la
década pasada.
Un cártel no se
construye en pocos años.
La siguiente es
palabra de juez:
“En Michoacán, por lo
menos desde 2002 —último año de la gubernatura del priísta Manuel Tinoco Rubí y
primero del perredista Lázaro Cárdenas Batel—, opera la organización delictiva
conocida como La Familia Michoacana.
“(…) Transportan y
venden cocaína, marihuana y ice (sic). Trafican
pseudoefedrina, cocaína, marihuana, metanfetaminas y heroína. Realizan
levantones y ejecuciones. Lavan dinero. Elaboran ‘cristal’ o ‘hielo’
[metanfetaminas en el argot mexicano]. Compran vehículos robados y trafican
armas.
“Captan autoridades a
cambio de dinero. Coordinan con los diferentes partidos políticos la selección
de los candidatos y sus colaboradores a las diferentes presidencias
municipales, principalmente en Michoacán, e insertan miembros de la
organización criminal en los tres niveles de seguridad pública para controlar
sus acciones.
“Servidores públicos,
entre los que se encuentran, Miguel García Hurtado — Procurador de justicia de
Michoacán en funciones al momento de su detención y hombre cercano al ex
Gobernador Leonel Godoy desde hace dos décadas— (…) coadyuvaron con ellos de
manera consciente y voluntaria, sin que tuvieran la calidad de líderes.
“Protegieron a los
miembros de la organización criminal. Les comunicaron la práctica de
operativos. Comisionaban elementos de la policía municipal para que les dieran
seguridad. Intervenían para lograr la liberación de miembros de la organización
cuando fueran detenidos. Contrataban sus miembros en funciones de seguridad
pública. Permitían el transporte de cocaína y dinero de la organización.
Sacaban vehículos que transportaran armas de los retenes para escoltarlos a su
destino”.
El
COMPLOT
En Derecho de
réplica, de Ahumada Kurtz describe el complot dirigido por políticos del
PRI, el PAN y el PRD, destacadamente Rosario Robles, contra Andrés Manuel López
Obrador, puntero en la carrera presidencial hacia 2006.
¿Por qué no utilizó
Andrés López Obrador la información que hizo pública Ahumada en 2009 para la
campaña de 2012?
Es difícil saberlo.
Quizá porque Ahumada sostiene que sí se reunió con López Obrador, quien le
habría pedido apoyo económico ilegal para la campaña de 2002 por la gubernatura
de Tabasco.
Lo cierto es que en
las palabras de Ahumada, López Obrador tenía argumentos. Se lee en la página
158:
“Como lo mencioné,
Carlos Salinas me dio dinero a cambio de los videos. Antes de entregárselos, me
hizo llegar aproximadamente 35 millones de pesos. Me los entregaron Manuel
Andrade, entonces Gobernador de Tabasco, Arturo Montiel, entonces Gobernador
del Estado de México, Enrique peña Nieto, entonces Diputado del PRI en el
Estado de México, Elba Esther Gordillo y Jorge Kahwagi, el boxeador y en ese
entonces diputado verde. Entre todos ellos me entregaron esa cantidad de
dinero. Diego Fernández [Senador panista en la época] me hizo un primer pago, a
cuenta, por la cantidad de 33 millones de pesos el día 19 de febrero de 2004
(…)”.
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